APIN  como todo proyecto emprendedor, nace de la necesidad de otorgar atención médica integral y oportuna a niños con capacidades diferentes de espina bífida y sus secuelas, inicia sus labores en una Institución de Seguridad Social en Marzo de 1992, pero debido a que la mayoría de los padres de familia no contaban con dicha Seguridad Social, se trasladan las reuniones a un edificio de consultorios particulares donde su fundador y Director General con apoyo y recursos de su familia inicia la labor de asistencia médica integral.

Al emprender y constatar que la idea de integrar a Médicos especialistas en el área de Espina Bífida funcionaba, el Dr. Miguel Chong López como fundador, requirió ir agregando al proyecto nuevas personas que se volvieran un vínculo entre lo que la comunidad ofrecía y las necesidades que su proyecto presentaba.

Así inicia la primera idea de APIN, llamado como grupo de apoyo formado por padres de familia que necesitaban del apoyo y educación del aspecto médico de su hijo, así como de voluntarios asociados al cuerpo médico que en forma altruista apoyaba a esta causa noble. Se formaliza el acta constitutiva en Agosto de 1996.

A este primer grupo el Dr. Chong les presentaba sus planes de crecimiento y ellos sugerían, contactaban y hacían posible que el camino para logar las cosas fuera más corto y con mucho más respaldo ante donantes y la misma comunidad, que todavía no comprendía ni creía aún en el proyecto.

Se daba atención  médica integral y oportuna a niños y niñas de la Comarca Lagunera de Coahuila y Durango extendiéndose la atención a los estados circunvecinos de Durango, Zacatecas y Chihuahua, lo que ocasiona que con el tiempo las necesidades de apoyo a las personas más desprotegidas y vulnerables por una enfermedad de la pobreza en donde la deficiencia del ácido fólico juega un  papel fundamental en el nacimiento de estos niñas y niños con espina bífida y la necesidad de otorgar herramientas necesarias como son: sondas uretrales para el vaciamiento vesical, sondas para enemas evacuantes, medicamentos  de por vida, pañales que les permita tener una vejiga de bajo riesgo y una calidad de vida parecida a lo normal, para después pasar a un segundo programa de sociabilización de estos niños como son los programas educativos, y lo más importante, la rehabilitación espiritual en sus familias, que les ayude a integrarlos a nuestra sociedad.